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Lima y el tránsito:
Cuando el caos afecta nuestra salud


Hablar del tránsito en Lima es, sin duda, tocar uno de los principales problemas que afecta a la capital. Pero el desorden que reina en nuestras pistas repercute directa e indirectamente en nuestra salud. El Dr. William Aguilar, miembro del Comité Consultivo de la carrera de Medicina y profesor del curso de Psicopatología de la Universidad de Piura, nos explica un poco más al respecto.

Luces en todas las pistas. Filas que parecen interminables. Bocinas sonando en coro. El pito de un policía que intenta agilizar el tránsito. Imágenes y sonidos que los limeños vemos y escuchamos todos los días, cada vez que intentamos movilizarnos de un lado a otro.

Pero, ¿sabías que el caos vehicular afecta a nuestra salud? La molestia por ver tanto desorden en nuestras pistas no queda solo en un simple fastidio. El smog, la bulla y hasta el mal estado de los autos y buses pueden ser factores de riesgo.

Enfermedades físicas

El Dr. William Aguilar, médico psiquiatra y profesor del Programa Académico de Medicina de la Universidad de Piura, explica que los gases contaminantes generados por los vehículos pueden agravar enfermedades respiratorias como el asma o algunos tipos de alergias.

Pero él aclara lo siguiente: “El smog es solo un factor. Si fuera la causa, bastaría con mejorar el tránsito para que ya no existan esas enfermedades”.

Otro de los problemas que arrastra el tránsito en la ciudad es el sedentarismo. De acuerdo con el Observatorio Ciudadano “Lima Cómo Vamos”, los limeños pasamos dos o más horas dentro de un transporte público. “Estar tanto tiempo sentados implica que no se haga el ejercicio necesario que el cuerpo requiere. Es un factor de riesgo para muchas enfermedades cardiovasculares, y afecta el desarrollo físico y emocional del paciente”, asegura el Dr. Aguilar.

Más allá de nuestros cuerpos

Las repercusiones del caótico tráfico limeño no solo se ven físicamente, por contracturas u otro tipo de dolor, también dañan nuestra salud mental. El Dr. William Aguilar afirma que “el tránsito no causa depresión, por ejemplo, pero es un factor que la agrava. Empeora la salud mental de la persona y altera su calidad de vida. Por ende, el rendimiento académico, laboral o familiar podría verse afectado”.

De acuerdo con una encuesta realizada por Ipsos, un peruano, que trabaja desde los 18 años y se jubila a los 65, pasa 17.354 horas en el transporte público. Casi dos años en promedio ¿Se imagina usted todo lo que podría hacer en ese periodo de tiempo?

Alternativas a la mano

Solo para darse una idea, según la Gerencia de Transporte Urbano de Lima, hacia el 2015 existían 21.5 taxis por cada mil habitantes en Lima. El promedio, en grandes ciudades, es de 4.6 por cada mil. Y, solo el año pasado, fueron inscritos más de 100 mil vehículos de cuatro ruedas en la capital.

Ante este incremento desmedido del parque automotor limeño, el Dr. William Aguilar apela a las bicicletas o a trasladarse a pie, si los tramos a recorrer son cortos. “Hay que brindar a los ciclistas todo tipo de apoyo como, por ejemplo, lugares donde estacionar. Es necesario crear una cultura vial, incluyendo transportes no motorizados”, sostiene.

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